domingo, 9 de mayo de 2021

JUSTICIA O BONDAD

 

       

Partiendo como casi siempre de los clásicos, para Platón la justicia es “la virtud que comprende o encierra todas las demás”, la bondad vendría a ser, siguiendo al filósofo alemán Alexander Gottlieb Baumgarten: “la determinación de la voluntad para hacer bien a los demás. El beneficio es la acción útil para otro”, lo que Aristóteles llamaría benevolencia.

En el mundo del Derecho se dice que toda norma tiene un bien jurídicamente protegido que da sentido al precepto y razón de ser a la restricción legislativa, así, en la violencia de género, podemos afirmar con el Pleno del Consejo General del Poder Judicial que es la dignidad de las personas, en el seno de la familia, lo que merece protección jurídica, además de otros bienes íntimamente ligados a ésta como la vida o la integridad física o moral.

Dos han sido los tipos de teorías éticas que han tratado de dar respuesta a la pregunta sobre qué leyes debemos cumplir atendiendo a la forma de articular lo bueno frente a lo justo, consecuencia derivada del grado de autonomía propia que, desde la Modernidad, han tenido las normas. Por un lado, podemos considerar las éticas teleológicas, que parten de lo que es bueno para los hombres y donde lo correcto es lograr el mayor bien posible, por otro lado, las éticas deontológicas, donde lo primero es decidir qué normas son justas.

Hablamos de tipos de teorías porque dentro de las éticas teleológicas, que persiguen el telós del ser humano (la felicidad en Aristóteles), se encuentran las que podemos llamar perfeccionistas, que proponen llevar a la perfección al ser humano ejercitando la cualidad que le es más propia (Nietzsche), junto a las hedonistas, que consideran que una decisión correcta produce los mejores resultados posibles, caso del utilitarismo.

Además, están las éticas deontológicas como la de Kant, imperturbables ante las consecuencias de las acciones a la hora de valorarlas moralmente, matizadas hoy día por los resultados tan extremos que pueden ocasionar. Se podría afirmar siguiendo a la filósofa valenciana Adela Cortina que las éticas teleológicas toman como prioritario el bien no moral para construir lo correcto o justo, moralmente obligatorio, oponiéndose a las deontológicas que parten de lo correcto o justo y, sin transgredir este marco, vivir con toda legitimidad lo que consideren su bien.

El filósofo y político norteamericano John Rawls, entendió que habían existido muchas formas de justicia y muchas leyes, instituciones o actitudes personales de las que reconocemos o no su justicia, confiriéndole solo a una de ellas la mayor importancia: la Justicia Social. El objeto de la justicia debería ser la estructura básica de la sociedad, forma en que las Constituciones Políticas o las principales disposiciones económicas o sociales deberían establecer y distribuir los derechos y deberes fundamentales, que determinaran la división de las ventajas provenientes de la cooperación social, satisfacción óptima de los intereses de todos y cada uno de sus miembros.

Que lejos estamos de este objetivo, la sociedad según su funcionamiento actual no obedece a los criterios de justicia, sesgada por intereses personales que merman su concepción pública que, según Rawls, perturban la asignación de derechos y deberes, la justa distribución de beneficios y cargas de la vida cooperativa.

La mayor crítica a los utilitaristas, que desde Bentham proponen evaluar las acciones humanas basándose en sus consecuencias y en su utilidad, la efectúa Rawls al entender que extienden a la sociedad de forma ilegítima el principio individual de elección, y aunque lo justo y lo bueno son complementarios, la primacía de lo justo radica en la distinción filosófica moderna entre hombre y ciudadano. Para Feuerbach la felicidad no era el fin del ciudadano sino del hombre, el fin del ciudadano es la justicia, de ahí que es en el mundo ético-político donde la justicia tiene prioridad sobre el bien.

 

 

 

 

 

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