domingo, 11 de junio de 2023

LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA, ¿SUMA O LASTRA?

 



             


Estas reflexiones políticas que propongo, ajenas a la inteligencia artificial y próximas a la natural, ya sean del interés colectivo o de puro desahogo personal y filosófico, se cuelan en mi blog como algo inevitable. Los testigos de nuestro tiempo, los que utilizamos aquello que la tecnología del momento nos proporciona, los que intentamos ser protagonistas de la realidad que vivimos, los que no nos alejamos del mundanal ruido hasta que sintamos que nuestras fuerzas ya no perduran, debemos analizar los acontecimientos, los fenómenos que devienen.

La fenomenología toma de la filosofía de Kant el que desde el conocimiento humano sólo se accede a los fenómenos, a la razón no le es posible alcanzar el ser de las cosas, el carácter último de la realidad, sólo la aparición le es participada, el φαινόμενoν, y es únicamente este proceso de la experiencia el que se debe intentar comprender.

La razón última nadie la puede llegar a percibir porque no la podemos aprehender, el nóumeno, el objeto no fenoménico que no pertenece a una intuición sensible sino a una intelectual o suprasensible, no es objeto que el hombre o la mujer lleguen a poder alcanzar. Pero en nuestro mundo actual, lo neuménico parece estar al alcance de las mentes preclaras de algunos partidos políticos, mejor, de los iluminados prohombres de algunas agrupaciones políticas.

Incursos en un nuevo periodo electoral se les pide a las bases de diversas formaciones políticas de la díscola y dispersa izquierda, que se pronuncien sobre la idea de concurrir juntas a unas elecciones generales, convocadas por uno de esos conspicuos dirigentes del momento, presidente del país a la sazón, y que ha tenido a bien hacerlo conforme a sus intereses particulares, y bajo el siempre acertado criterio del asesoramiento de gurús de la política, que ven la necesidad y el momento oportuno.

Aquellos y aquellas que venimos de Podemos, entramos en la vida política en un periodo de efervescencia que el movimiento del 15-M, en el que se participó directamente, o desde la distancia, aglutinó a muchos sectores de la sociedad con un espíritu crítico y renovador de una situación política estancada, corrupta, inmovilista y reaccionaria. Esos hijos e hijas de Podemos que participamos en asambleas, reuniones, votaciones, manifestaciones, y todo aquello propio de la izquierda comprometida, nos agrupamos en torno a una formación que pretendía, con un aire fresco e innovador, cambiar el sistema democrático que disfrutábamos y que no satisfacía los intereses de una inmensa mayoría de españoles desengañados de una palabrería fútil de políticos alejados de la realidad.

Pero claro, para aquellos grupos políticos previos a este movimiento, que permanecían en la insignificancia institucional, no se trataba sino de un acto de traición a lo que ya estaba representado en ellos. Esto produjo reticencias, enfrentamientos, disputas que solo el tiempo pareció limar.

Entre los siglos V y IV a.n.e, convivieron a la vez en Atenas dos corrientes antagónicas: los sofistas fueron filósofos y pensadores centrados en la retórica, el arte de hablar, y en la erística, el arte de persuadir y convencer, y por otro lado Sócrates y sus seguidores, defensores de la dialéctica y la mayéutica como medios para obtener la verdad. Unos bebían del relativismo personal y otros de la verdad universal, unos del individualismo en la percepción de la realidad y otros de una general y colectiva. Pero ironías de la Historia, los relativistas creían en la democracia como un sistema de consensos por personas formadas, mientras que los socráticos no creían en este sistema porque políticos ignorantes podían alcanzar el poder. ¡No sé en quién estarían pensando!

Tras la muerte de Alejandro Magno en el 323 a.n.e., y de su maestro, y maestro de todos nosotros, Aristóteles, surge el periodo conocido como helenístico, donde aparecen las grandes escuelas filosóficas que, en oposición a la Academia platónica y el Liceo aristotélico, pusieron la salvación individual en el centro de sus problemas. Frente a los estoicos, los epicúreos y los escépticos, corrientes conocidas y defendidas aún hoy día con sus las lógicas variaciones, fijemos los ojos en una de ellas, los cínicos, que no han pasado al conocimiento general como sustantivo que designe a los defensores de esta corriente, sino como un adjetivo que designa a quien actúa por falsedad o desvergüenza descarada. ¿Cómo ha llegado este término a significar esto?, cuando los cínicos originarios enseñaban que la felicidad y la virtud se pueden alcanzar ajenas a las condiciones de vida exteriores, al desprecio de las instituciones y a las convenciones sociales, a la restricción de las necesidades y al retorno al estado natural. ¿Quién no conoce a Diógenes de Sínope?, el que vivía en una tinaja, y que igual que el resto de cínicos tenía una gran obsesión con la libertad. ¡No!, no es la misma libertad de la libérrima Ayuso, la suya pasaba por entender que los seres humanos lo tenemos todo para ser felices, y no creo que incluyera en ese “todo” a las terrazas en la vía pública. La vida del perro era su ideal, hoy les diríamos perroflautas.

Esta defensa de la austeridad, la autosuficiencia, la falta de boato exterior se fue relajando en generaciones posteriores de cínicos y algunos de ellos llegaron a vivir como adinerados en suntuosas mansiones, cuando predicaban lo contrario, principal motivo de que el término llegara a nuestros días con la significación que conocemos. ¿Nos rememora esto a algo perecido en la actualidad?

Podemos se organizó en Círculos territoriales autónomos, propuso una sociedad más igualitaria, defensora del feminismo, de la justicia social, de los colectivos marginados, de una democracia participativa, de todo aquello que nos dignificaba como hombres y mujeres realmente libres. ¿Pero qué pasó?, ¿dónde quedó todo esto?, ¿dónde fueron las ilusiones de muchos de sus seguidores?

Los Círculos territoriales, hoy prácticamente desaparecidos, no son controlados por sus propios miembros, siguen instrucciones del aparato del partido. Quienes criticaron en su día unas primarias manipuladas y una falta de participación directa y democrática en la elección de cargos fueron apartados de la vida del partido; quienes pedían claridad y transparencia en la gestión de los recursos propios y públicos fueron obviados y apartados de todo protagonismo; quienes discreparon de las decisiones políticas y optaron por otras alternativas fueron vilipendiados, maltratados y humillados a través del escarnio público como felones. Una degradación de los principios que inspiraron este movimiento político le ha llevado a su práctica desaparición. Los que en su día fueron traidores son ahora los traicionados, feas palabras para quienes compartieron objetivos.

Todo esto me llevaba a pensar que una integración en una coalición entre Podemos y Más Madrid, auténtico heredero de los principios que inspiraron este movimiento político, se me antojaba impropia e inadecuada para quienes sufrimos las ingratitudes de quienes negocian su integración. Mi postura era contraria a la inclusión de Podemos en Sumar no por venganza, por mucho daño que su intransigencia dañara a los que eran compañeros, ni por la humillación que suponía imponer personas a quienes se presentaron a ser miembros de la Comunidad Autónoma de Madrid eligiendo a quienes debían acompañar al cabeza de lista, ni por pedir el acta de diputado del Parlamento español de quien fue fundador de la organización, ni por modificar consensos a última hora de las personas que optarían a las concejalías del Ayuntamiento de Madrid, ni por permitir la mofa de compañeros en asambleas de Círculos territoriales que tenían un pensar diferente, no, por eso no quería la no incorporación de Podemos a Sumar sino porque son un lastre para el objetivo común de impedir un gobierno de derechas que nos haga retroceder en la consecución de algunas mejoras sociales, pocas pero imprescindibles, adquiridas en estos cuatro años de gobierno progresista. Si no suman, lastran, y si lastran que vayan por su cuenta y recojan las migajas de apoyo ciudadano que la incompetencia de sus dirigentes, su nepotismo, su arrogancia, su egocentrismo, su amiguismo, su intransigencia y su ingratitud han sido merecedoras de ello.

Dicho todo esto, si mayoritariamente en Más Madrid, y en otras formaciones que se agrupan en Sumar, se acordó ir juntos de consuno con Podemos, forzado pero votado, no veo lógico la imposición de las personas que deben acudir por ese partido a configurar las listas que se han consensuado, no veo bien que se veten personas que son la esencia del partido, e igual que no vi razonable la imposición de nombres por parte de Podemos, tampoco lo veo razonable ahora por parte de quien condicionan a sus representantes.

¡No!, a ir con Podemos, pero como vamos, a muerte con la coalición y sin restricciones a los que deban ir en ellas, ordenados con la prelación que los últimos resultados electorales dieron a cada uno. Y si este partido está en pleno proceso de descomposición, tanto si se produce en la soledad de una concurrencia suicida como partido por separado, o diluida en una formación nueva y creada ad hoc para estas elecciones como es Sumar, el resultado es el mismo, su desaparición.

Desde la pena y pesar que produce en un antiguo miembro la insignificante presencia del actual Podemos en la vida política de este país, oportunidad única perdida, sólo queda luchar por los que son sus herederos legítimos en el ideal y con los métodos democráticos propios que utilizamos y utilizaremos en Más Madrid. ¡Que así sea!





sábado, 21 de enero de 2023

IBERIA

 

                                     
 

                                            

El primer viernes 13 del año 2023, en el mes de enero, estuvimos en la biblioteca Luis Rosales presentando y reflexionando sobre el libro que recientemente ha publicado un compañero, un amigo, Jorge Ruiz, de título lacónico y sugerente: Iberia.

El conocimiento personal que se tiene de quien ha realizado una obra lleva consigo dar inevitables pinceladas biográficas antes de centrarnos en temas de contenido y de connotaciones políticas, sociales y filosóficas, propias de la lectura, amén de la estructura profunda y superficial que, siguiendo la gramática generativa de Noam Chonsky, nos puede guiar en su análisis.

Comparto con Jorge Ruiz orígenes cordobeses, esos que nos acercan a los estoicos senequistas, a los del médico, filósofo, astrónomo y rabino Maimónedes, a los del filósofo y médico musulmán, ducho en leyes, Averroes, en fin, a los del culteranista Góngora que, sin duda, nos han dejado un poso cultural que nos acompaña aún sin percibirlo.

También comparto algo que en nuestras sociedades actuales de especialistas no es muy corriente, la pasión por las letras… pero también por los números, por la literatura y por la lógica, por la lectura placentera y por la divulgación científica. Imitadores del hombre renacentista en tiempos de saberes estancos que me obligan a ser incrédulo en no considerar a Jorge como un escritor de método, por mucho que quiera alejarse de esta etiqueta alguien tan apasionado, como él, de las ciencias en general y de la astronomía en particular.

Lo que se conoce como técnica Stanislavski, llevada del mundo actoral al mundo de la escritura, como método que integra experimentación y fusión, donde el actor no solo aprende un papel sino que experimenta las vivencias y costumbres de su personaje, “le posee”, no sería distinto de lo que nuestro autor hace buscando una documentación exhaustiva del periodo donde se desarrolla la trama histórica del libro, para “poseer” los personajes, que actúan a lo largo de la novela conforme a su época y su personalidad les marca, y esto, esto no es otra cosa que método. Método no es solo tener una idea preconcebida y hermética de quienes intervienen en la narración y que el autor desarrolla durante toda la obra conforme a un plan preconcebido, método también sería desde la coherencia de los personajes que éstos tomen su rumbo autónomo al margen, incluso, de su creador.

Yo veo la lógica hasta en la concepción de la obra, de las estructuras que la conforman, de las categorías, porque de enunciados como la vecindad de países como España y Portugal, de una historia íntimamente ligada tanto a Europa como a América, de un monarca común como Felipe II, de tantas cosas que nos unen, no se deduce otro futuro que no sea un entendimiento común en lo económico, en lo cultural, en lo social, y como no, en lo político, excepción ibérica en lo energético como ejemplo.

Cuando alguien presenta un libro supongo que le pasará lo que a mí, lo primero es intentar no destripar nada trascendente del mismo, no hacer “spoiler” que se diría hoy con enésimo anglicismo, y luego dudar, dudar si hablar de la estructura, de la métrica en poesía, de la sintaxis que es alma, de la temática que es contingente o directamente de literatura, o de lo que se le ocurra a uno en ese momento, pero nunca, nunca hacer un comentario de texto.

Como estamos hablando de una novela y no de un ensayo, el tema, por muy atractivo que nos parezca, y sin duda que lo es, no sirve sino para novelar y como tal quiero tratarlo. Seguro que posteriormente se hablará más, como se habló, sobre las relaciones hispano-lusas, como sucedió en la anterior presentación del libro en el Ateneo de Madrid, a la cual también tuve la fortuna de asistir, aunque allí como espectador privilegiado. Pero ahora quiero centrarme en otros aspectos de interés.

Comenzando por el principio, que no siempre ocurre, no debe haber en nuestra literatura una novela con este título tan simple como “Iberia”, sin que sea referido al territorio ocupado por el pueblo íbero, nombre dado por los griegos, es decir, como obra histórica de los diferenciados pueblos que habitaron la Península Ibérica, de los que hay evidencias antropológicas y genéticas ya en el Neolítico (5000-3000 a.e.c.), y no con la idea que tiene el libro, referida a un sentimiento o proyecto de futuro.

Siguiendo a San Isidoro de Sevilla (siglos VI y VII d.e.c.) en sus Etimologías, obra que fue memoria universal durante siglos en la cultura de Occidente, donde no sabíamos ni de la existencia de las obras de Aristóteles hasta que las trajeron los musulmanes, se debe empezar siempre el análisis de cualquier cuestión con lo primero que se nos presente, y lo primero que se nos presenta es el verbo, la palabra, el origen de la palabra que da pie al tema de que se trate.

Como digo, Iberia era el nombre que los griegos daban a la península, aunque la parte que más conocían era la zona meridional del levante peninsular, en torno al río Íber, mientras que Hispania era el nombre utilizado por los romanos y que seguramente tiene un origen fenicio. Con casi total seguridad, el Íber era el actual río Ebro, designándose con esa palabra a todos los ríos en general, por lo que hoy podríamos definir a los íberos como los habitantes del río o del valle y, como apunta Jorge en la tapa posterior del libro, “el presente y el pasado fluyen como un torrente”.

El presocrático Heráclito de Éfeso ya hablaba de la unidad de los opuestos, creía que el devenir del mundo estaba regido de acuerdo con lo que denominó el Logos, la razón, la palabra, y fue famoso por su insistencia en el cambio; vio el mundo en constante flujo, cambiando mientras permanecía igual: “Ningún hombre se sumerge dos veces en el mismo río”, panta rei, todo fluye. En contraste el eléata Parménides declaraba que “lo que es, no puede no ser”, negando la transitoriedad del ser, y con ello, cargándose como hizo Einstein la física cuántica. ¡Ya vemos donde nos trasladan las etimologías!

Pero seguimos, si tenemos un pasado común los españoles y los lusos, y el futuro no existe porque como dicen los neurocientíficos actuales, o no tenemos las decisiones tomadas, o están condicionadas por las leyes de la física, debemos considerar el surgimiento de esa Iberia futura, debemos imaginarla como algo posible, debemos concebirla aun por lo improbable que hoy día nos parezca. No es un tema de radiante actualidad, pero si es un tema de notoria curiosidad.

Entrando en consideraciones sugerentes del libro y que me han hecho meditar, y eso es de lo que se trata, sobre implicaciones que conlleva su nudo temático, otra vez en la tapa posterior se define la obra como “ucronía que pudo ser real… y que quizás pueda serlo”.

El término ucronía, palabra que fue empleada por primera vez por Charles Renouvier en su obra La filosofía analítica de la Historia, vendría a ser una reconstrucción histórica construida lógicamente que se basa en hechos posibles pero que no han sucedido realmente. Sería como una “utopía” pero en vez de referirse al “topos”, al lugar con el que Tomás Moro designó a esa idílica isla, refiriéndose al “cronos”, al tiempo.

Esto, que parece estar referido dentro de un contexto histórico, dentro de la Historia como devenir del tiempo, tiene otras interpretaciones más profundas porque ¿qué es la ucronía sino una hermenéutica crítica?, esa que desarrolló Gadamer y Habermas y que nos hace preguntarnos si la interpretación de determinados textos y autores no se hubiera realizado como se hizo, sino de distinta manera, la vida, tal como la conocemos hoy, también sería de manera distinta.

La hermenéutica en filosofía podemos definirla diferenciándola del positivismo, para el cual, lo real son los comportamientos observables, mientras que la hermenéutica son las intenciones, una visión dialéctica de la realidad. Tanto Jurgen Habermas como Karl Otro Apel se oponen a los positivistas, como Comte o el utilitarista John Stuart Mill, por su modelo tradicional de conocimiento, el conocimiento científico como único conocimiento auténtico. En la hermenéutica, que hunde sus raíces en la fenomenología de Husserl, lo que vemos son los fenómenos de las cosas y no la cosa en sí, como también entendía Nietzsche, y esta corriente que tiene sus máximos exponentes en filósofos del siglo XX como Gadamer o Heidegger, nos es propia porque como decía el también hermenéutico, Paul Ricoeur, el problema de una comunidad, de una tradición, o de una corriente donde la interpretación se produce, a pesar de regirse según presupuestos y exigencias, puede crear diferencias. Este último pensador también habló sobre el tiempo narrativo que tanta trascendencia tiene en esta obra.

Siguiendo con la hermenéutica, hay que recordar que surgió inicialmente como disciplina auxiliar para interpretar la Biblia y los textos clásicos de la historia y, por lo que nos afecta trascendentalmente, la interpretación que se hizo de los clásicos griegos situando a Platón como predecesor del cristianismo, con el famoso Mito de la Caverna y las sombras reflejadas en la pared que consideramos la realidad, nos puede dar una idea de una interpretación interesada, interpretación de la patrística occidental, de los padres de la Iglesia en la Alta Edad Media, que consideraron era la interpretación que de este filósofo se debía dar. En igual sentido podemos entender la interpretación de la filosofía aristotélica que nos ha llegado a nosotros.

El libro de Jorge, el relato histórico de la constitución de una unión ibérica, fue creado de una situación interesada, utilitarista, para dar el mayor beneficio al mayor número de personas aun en perjuicio de otras, y esta situación interesada perdura durante toda la obra, por cuanto, lo que se intenta descubrir, para seguir manteniéndolo en secreto, son hechos o acontecimientos que dejarían mal parada la situación de la República Ibérica en el año 2030. La constitución de Iberia es propiamente utilitarista.

Descendiendo un poco a la estructura de la obra, considerando el tiempo narrativo, situamos la acción en distintos periodos que llegan a confluir al final del texto, se desarrollan paralelos y convergen cuando los acontecimientos se desencadenan. El tiempo del discurso, es decir, el orden en que se muestran los hechos no es lineal, se va alternando asimétricamente un período con otro. La obra no es una prolepsis o flasforwards, salto temporal hacia delante para volver al presente, ni un flashback o analepsis, escena retrospectiva. Narra dos periodos muy separados en el tiempo que guardan una relación que se ve al final de la obra.

El narrador omnisciente y extradiegético, narra en tercera persona, y cada capítulo hace referencia a una cita de un libro que data del siglo VI a.e.c. atribuido a Sun Tzu, general chino que ha influido, que sigue influyendo, como referente en tácticas militares o en otros campos como los negocios o estrategias legales.

Las escenas y relaciones amorosas son fieles al momento donde trascurren, más convencionales en el pasado, más permisivas en el futuro, y hay constantes alusiones a lugares madrileños, carabancheleros, también extremeños, portugueses, a las comidas, grandes batallas, alusiones científicas, que no podían faltar, al igual que guiños políticos.

Un buen libro que recomiendo leer fuera de la pasión de un amigo.

¡¡Gracias Jorge!!

 

 


domingo, 18 de julio de 2021

EL ULTRAJE A LO JUSTO





¡Qué flaco favor se hace a la Justicia! ¡Qué agravio a nuestros clásicos si vieran la afrenta que se comete a lo justo! Sócrates, intermediado por Platón, sostenía que la justicia es algo más precioso que el oro, mientras que Aristóteles afirmaba que ni la estrella vespertina, ni el lucero del alba, son tan maravillosos como la Justicia. 
En determinadas ocasiones la actualidad manda y algunos no podemos contener la indignación que resoluciones de altos órganos jurisdiccionales provocan con sus decisiones controvertidas por injustificadas. El literal del art. 4º de la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio no puede ser más claro, diáfano, indubitado, sin interpretación alguna por mucho reconocimiento profesional que rodee al ponente y concordantes: "El Gobierno, en uso de las facultades que le otorga el artículo ciento dieciséis, dos, de la Constitución podrá declarar el estado de alarma, en todo o parte del territorio nacional, cuando se produzca alguna de las siguientes alteraciones graves de la normalidad....b) Crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves...".
Como práctico del derecho que fui, y que sigue los acontecimientos judiciales con un interés propio de quien no dejará de ser un apasionado perpetuo, no comprende como la politización de la Justicia llega a impregnar decisiones que nuestra legislación deja meridianamente claras cuando establece el orden de prelación de las fuentes del Derecho: "la ley, la costumbre y los principios generales del derecho", y que las leyes se interpretarán "según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas". Todo lo que establece nuestro Código Civil es desvirtuado por algunos de los intérpretes supremos de nuestra Carta Magna y de las normas de desarrollo. No se necesita ser experto en Derecho para detectar que la división de poderes de Montesquieu tiene que ser reinterpretada pero, en ningún caso, desvirtuada por el afán expansionista del poder político.
¡Cómo puede entenderse que el estado de excepción, por permitir mayor restricción de derechos fundamentales, era el propio de la situación que vivíamos cuando se declaró la pandemia! El lenguaje tecnicista utilizado, común en el resto de actividades profesionales, no es solo un instrumento de economía procesal, tampoco un recurso al corporativismo, sino que es un medio de simplificar la diversidad y complejidad de los problemas que se abordan desde el mundo del Derecho, donde las soluciones se vuelven imposibles de agradar a todos los intervinientes. Esta reducción de la literatura jurídica a los términos concretos que fijan la controversia, no puede ser justificativa de resoluciones judiciales que atentan, no ya solo contra la justicia universal tan denostada y puesta en entredicho por muchos filósofos del Derecho, sino con la justicia material. Como explicar, si no es desde el interés, que la forma de combatir los trastornos que provoca una pandemia como la del Covid-19 no tiene otro marco legal que el del estado de alarma.
Nos lo dice nuestra Constitución, nuestras leyes orgánicas y hasta nuestra razón crítica que, como decía el filósofo judío alemán miembro de la Escuela de Fráncfort Max Horkheimer,  es la razón que debemos buscar frente lo que habitualmente recibe su nombre y, sin embargo, no nos ha llevado a buscar verdades que guíen u orienten la búsqueda de la autonomía y libertad, sino que se ha transformado en razón instrumental, herramienta de dominio y explotación de la naturaleza y de unos, de unas, sobre el resto.
Es tremendamente difícil de fijar los límites de los poderes públicos a la hora de restringir derechos individuales universales, también objeto de discusión filosófica, pero sí es imperioso que nos demos criterios que intenten ser generalistas, las leyes no son sino el reflejo de la necesidad de convivencia, de soportarnos, no las convirtamos en finés en sí, no las convirtamos en noúmeno, lo que Kant llamaba la cosa en sí, como aquello que está tras los muros del conocimiento posible y de la experiencia. Las circunstancias concretas de cada situación y momento fijan las normas presentes.
Los juristas no solo existen porque deban esclarecer los hechos, también tienen como función la interpretación de las normas, interpretación pautada, no arbitraria, y la objetividad posible, dentro de la visión individualista de cada uno, debe superar la argumentación autocomplaciente que acalla conciencias desde la comodidad de determinadas decisiones. Las resoluciones judiciales no se dictan automáticamente, los jueces no comen hechos y cagan sentencias, ¡con perdón! Todo está abierto a discusión salvo lo indiscutible, y eso también es revisable, pero solo desde decisiones no interesadas, sinceras, se salva el obstáculo de anteponer nuestro beneficio camuflado en resoluciones difícilmente justificables desde todo argumentario jurídico.
Se habla mucho, generalmente para criticarlo, la diversidad de posturas de los jueces ante hechos parecidos, ante situaciones semejantes, pero ahí está el criterio que debe seguirse desde la lógica personal, desde la autonomía del órgano judicial, desde el estado descentralizado que nos hemos dado, ya llegará el tribunal superior que unifique doctrina. Nunca existen dos situaciones idénticas, razón de ser de la existencia de personas que aplican las leyes, las interpretan, las ejecutan, y de todas aquellas que intervienen en los procesos: abogados, procuradoras, peritos, secretarias judiciales y resto de funcionarios y funcionarias públicos, si fuera algo mecánico no tendría razón de ser este gigantesco engranaje de la Justicia; dame un potente procesador, un eficiente algoritmo y te daré una sentencia justa, ¡esto es impensable!
Existen voces dentro de la judicatura que viendo este peligro de intervencionismo en la justicia, ya detectado desde hace mucho tiempo, temen se enquiste y sea mal endémico de uno de los poderes fundamentales del Estado. El que jueces de tribunales unipersonales no quieran ascender en la carrera judicial incorporándose a magistraturas, es síntoma inequívoco que la independencia que debe regir la actuación individual de un juez, como generalmente ocurre, pierde su rectitud inconsciente o consentida cuando pasan a formar parte de órganos colegiados permeables a presiones políticas. Seguiremos atentos al tema por sus implicaciones filosófico-jurídicas, de las políticas también seguiremos pendientes, pero desde otros foros.



 









sábado, 10 de julio de 2021

JA, JA, JA, JA...

 

                                           

      

Hoy buscamos habilidades personales a desarrollar en entornos hostilmente estresantes, origen de la búsqueda del autocontrol por medio de métodos de autogestión emocional, meditación o respiración. Estas técnicas se imponen a algo que el ser humano parece haber olvidado, la risa, causante de producir beneficios difícilmente sustituibles con sucedáneos artificiales.

Trabajos realizados en universidades americanas como Wisconsin-Madison o Loma Linda, han puesto en evidencia que las ondas cerebrales que genera la risa tienen una gran similitud con las asociadas a actividades mentales de alto procesamiento y flujo cognitivo, las ondas gamma. Esto ha llevado, a intentar encontrar las relaciones y concordancias entre meditar y reír, con resultados que asimilan ambas experiencias, donde la risa es una especie de entrenamiento que nos permite pensar con mayor claridad, de forma positiva y conciliadora, facilitando la toma de decisiones más serenamente.

Pero no acaban aquí las ventajas de la risa, cuando soltamos una gran carcajada pueden llegar a intervenir más de 400 músculos, desde los abdominales hasta los faciales, y el sistema cardiovascular expande el tejido que forma la cubierta interna de los vasos, permitiendo un mayor flujo sanguíneo y generando óxido nítrico beneficioso para la salud del corazón.

<<Alguien al encontrarse con un intelectual dijo: “El esclavo que me vendiste ha muerto”. "¡Por todos los dioses! –respondió–. Cuando estaba conmigo nunca hizo tal cosa".>> El Filógelos (Φιλόγελως, amante de la risa) es una recopilación de chistes en lengua griega, la más antigua conservada, atribuida a Hierocles y Filagrio, si bien, se sabe por referencias la existencia de textos anteriores. La obra contiene 265 chistes categorizados por temas y pone en evidencia que el humor puede cambiar, evolucionar y adaptarse, pero lo que siempre persiste, aunque se transforme el vehículo que lo transmita, es la cualidad y esencia que lo caracteriza.

Henri Bergson (París 1859 – 1941) llamado el filósofo de la intuición, buscó solucionar los problemas metafísicos analizando los fenómenos de la conciencia, rechazando el positivismo y el intelectualismo de finales del Siglo XX, a pesar de su formación fundamentalmente positivista. Este rechazo se produjo por la cuestión del tiempo, entendió que las ciencias solo pueden interesarse por hechos mesurables, circunstancia de la que no es susceptible el tiempo real, el vivido, y que le hizo dejar de intentar explicaciones por medio de las matemáticas para hacerlo a través de otras ciencias como las biológicas, psicológicas y sociológicas. Nos acercamos a Bergson, donde la metafísica invierte la dirección natural del pensamiento con un acto de conocimiento interior que llama intuición, por entender que el artista y el filósofo se expresan no tanto con el lenguaje, sino a pesar de él (autoridad no le falta a alguien que recibió el Premio Nobel de Literatura), y que ponemos en relación con su idea de la risa y la disonancia que se produce por la oposición entre materia y espíritu, por su origen común, pero naturaleza distinta.

En su ensayo La risa, publicado en 1900, estableció tres rasgos que definían el sentido cómico de la vida: la humanidad, la indiferencia y lo que llamó el “eco grupal”. Entendía que el humor es una cualidad que nos hace ser humanos, ninguna cosa tiene gracia por sí, se la damos nosotros, pero además se debe dar cierta indiferencia o desapego al hecho o realidad objeto de la risa, su mayor enemigo es la emoción: “en una sociedad de inteligencias puras es probable que ya no se llorase, pero tal vez se seguiría riendo, mientras que en una de almas invariablemente sensibles, en perfecta sintonía con la vida, ni conocerían ni comprenderían la risa”, dicho en otras palabra, la comicidad necesita una anestesia momentánea del corazón para que surta efecto por dirigirse directamente a la inteligencia pura. Muchos chistes o bromas dejarían de cumplir su función si sentimos empatía por lo que le ocurre al personaje objeto de la situación cómica, debemos recordar que la indiferencia, además, es de gran ayuda ante un mundo desfavorable, purificación ante el dolor y el sufrimiento.

El tercer punto que Bergson refiere para el sentimiento cómico es la existencia de un eco social, la risa siempre es la risa de un grupo, responde a exigencias de la vida en común, debe tener un significado social: si te cuentas un chiste a ti mismo perderá parte de su gracia. La idea de comunidad la expresa muy bien Susan Sontag, escritora norteamericana para quien un chiste nunca es algo propio, circula, es una posesión impersonal.

Debemos intentar reírnos a mandíbula batiente, es liberador y produce beneficios que otras terapias ya quisieran para sí, como cosa que se sabe desde antaño: << un abderita viendo a un eunuco conversar con una mujer le preguntó si era su esposa. Cuando el eunuco le dijo que él no podía tener esposa, respondió: “Entonces es tu hija”>> (Filógelos).

sábado, 12 de junio de 2021

EDUCACIÓN POLITICA









La falta de una formación mínima de conocimientos suficientes para discernir cuando una organización política comulga con tus convicciones, en algunos casos larvarias, o únicamente te está atrayendo con falsos ídolos ajenos a tu propio sentir identitario: regalándote los oídos y sucumbiendo a encantos espurios, tiene en nuestro país un trasfondo histórico que nos lleva al largo periodo dictatorial sufrido durante 40 años y las dañinas esquirlas que marcaron nuestra piel, la piel de quienes vivimos ese oscuro periodo siquiera de refilón, pero también el impoluto cutis de generaciones recientes.

Es cierto que nuestro país no es el único que ha caído en el argumentario de partidos políticos de extrema derecha, buscadores de resquicios donde meter sus mensajes xenófobos, machistas, peripatrióticos, patéticos del todo, indecentes y simplistas, en una Europa de la opulencia para aquellos que no quieren perder injustificados privilegios, señalando inquisitoriamente a migrantes de la miseria de otros.

Heidegger, considerado el mejor filósofo del Siglo XX, entendió que el hombre ha confundido históricamente el ser con el ente; el ser es algo distinto a la esencia, la esencia es el ente, es lo que llamó la diferencia ontológica: el ser lleva dentro todos los entes, a la vez que transciende cada uno de ellos, principiando por el primer de los entes, el ser ahí (Dasein) o cada hombre. Siguiendo a Aristóteles entendió que lo que es, el ser, no es exactamente lo mismo que ser, como universal por encima de géneros o especies. Estamos hablando de un tema fundamental en la filosofía, baladí para quienes ramplonamente entiende el mundo como dado a su provecho, trascendental para quienes ven más allá de apariencias.

Siguiendo con Heidegger: “El ser y su estructura están por encima de todo ente y de toda posible determinación de un ente que sea ella misma ente. El ser es lo transcendens pura y simplemente. La trascendencia del ser del ser ahí es una señalada trascendencia, en cuanto que implica la posibilidad y la necesidad de la más radical individuación. Todo abrir el ser en cuanto transcendens es conocimiento trascendental”. Con ello las ciencias tienen la forma de ser del ente hombre por cuando son modos de conducirse el hombre que designamos con el término ser ahí, así la investigación científica no es la única, ni la más inmediata forma de ser este ente ónticamente señalado.

También considerar el ser como dios fue una desviación teológica en la historia de la filosofía, sustitución del ser por el ente metafísico Dios, pues bien, para este movimiento falsamente libertario que nos invade en la política actual, renegado en otros tiempos por minoritario, cifran todo su esplendor en introducir entes: patrioterismo, pureza racial, rectitud sexual, machismo protector, justicia vengadora, todos sus idearios, sus desviados referentes, no son más que hechos contingentes.

Descendiendo a lo mundano, hay una pregunta que los analistas políticos y quienes nos sorprendemos de actitudes ilógicas formulamos: ¿por qué las gentes desfavorecidas en lo económico votan políticas manifiestamente contrarias a sus intereses? Intento dar vagas justificaciones que no me lleven a la famosa frase de Einstein sobre la estupidez humana y así, alguien que llega a un país distinto al de su nacimiento, dejando atrás familia y amistades, se sitúa en posición de privilegio que entiende peligra si se hace común a más migrantes. Esto mismo se puede transpolar a la permeabilidad de clase social, hoy solo basada en el poderío económico, que quien consigue no desea compartir.

Marco Aurelio Severo Antonino Augusto, conocido como Caracalla, gobernó el Imperio romano entre los años 211 y 217, durante la llamada Dinastía de los Severos. No fue un emperador de los más recordados, pero pasó a la historia al realizar la mayor concesión de ciudadanía de todos los tiempos (30 millones de personas), y así, el 11 de julio de 212 se publicó la Constitutio Antoniniana, el Edicto de Caracalla, que otorgó a todos los hombres libres del Imperio la ciudadanía romana plena y a todas las mujeres libres del Imperio los mismos derechos que a las mujeres romanas. Dos décadas después de que se publicara la Constitutio Antoniniana, el Imperio Romano entró en lo que se conoce como la crisis del siglo III, desorden político, económico y social que dividió al territorio en tres entidades separadas: el Imperio Romano, el Galo y el de Palmira. ¿Es este argumento suficiente para justificar políticas que combatan la inmigración?

Diferente, muy diferente es la situación actual. Hoy hablamos de migrantes, no de pueblos conquistados, y de derechos inimaginables para un periodo tan lejano de la historia, pero una cosa está muy clara, estar fuera del sistema puede ser muy pernicioso para el propio sistema, hay que integrar a todas las personas.

Sabemos que las élites económicas influyen en los partidos políticos afines por intereses, para poner en práctica sus modelos ventajosos y generadores de grandes beneficios a sus empresas, ¿cómo alguien al margen de estas prebendas económicas se posiciona afín, en perjuicio propio y de intereses? Estos partidos elitistas, camuflados de populistas, ponen el foco en algún tema puntual al que nadie escapa: si hace falta ser ultranacionalista se envuelven en la bandera patria y ondean levitando junto a ella; si hay que defender la pureza racial se acusa a los aprovechados migrantes del esfuerzo nativo; si lo que toca es la seguridad patrimonial pues a enaltecer la represión policial, eso sí, la seguridad ante violencias de género se diluye por los posibles errores judiciales; si la cultura se tiene que defender no hay nada como una buena corrida de toros que a todos nos eleva a la cima de la sabiduría. “Díganme un tema que les daremos la solución”, no hay nada como tener una buena educación privada, excluyente, segregada y sectaria para deambular por la vida y tener soluciones simples y sencillas, o ¿es qué no saben lo que es la Navaja de Ockham?

La ramplonería de estos partidos, natural o simulada, dependiendo del grado de delirio de sus dirigentes, nos lleva a plantearnos si esta deriva puede ser enderezada en un país talentoso, creativo y solidario que sufre durante mucho tiempo la superchería de vendedores de bienestar y que solo el poder les enerva. Cabría preguntarnos si por un error del destino todas las personas fuéramos acaudaladas y pudientes, sin necesidad de trabajar para subsistir, ¿estos particos querrían gustosos tal situación?

 

domingo, 30 de mayo de 2021

¿TIENEN DERECHOS LOS ANIMALES?

 

   

           

    En el libro del Génesis del Antiguo Testamento aparecen preceptos sobre el dominio que los humanos podemos ejercer sobre los animales, sobre todos los animales, pensamiento que se ha mantenido hasta nuestros días. Contra esta mayoritaria postura siempre han existido voces críticas como las de Zaratustra, fundador del mazdeísmo, que hacia el siglo IV a.n.e. consideraba a los animales dotados de alma por medio de la que entendían y sufrían del mismo modo que los seres humanos.  Un siglo antes, en la Grecia Clásica, Pitágoras entendió que los humanos y los animales tenían el mismo tipo de alma defendiendo el ser vegetariano porque por una pequeña porción de carne privamos un alma del sol, de la luz y del curso de su vida. Un siglo después la filosofía budista enseñaba la ahimsa o la no violencia y el apego a la vida de todos los seres vivos, incluidos los animales, y en la Edad Media San Francisco de Asís elevó la consideración de los animales a “hermanos” de los hombres.

    A pesar de lo dicho, no fue hasta la Edad Moderna donde se redactó la primera ley conocida en defensa de los animales en el año 1635 en Irlanda, The Statutes, por la que se prohibió fisurar lana de ganado ovino y atar arados a las colas de los caballos debido al enorme sufrimiento que padecían estos animales. Los nuevos movimientos cristianos que emergieron en ese siglo modificaron la concepción de las relaciones entre humanos y animales y así, en la colonia estadounidense de Massachusetts Bay, se redactaron leyes protectoras de los animales domésticos. En el Reino Unido, bajo la también legislación puritana de 1654, abundaron las leyes de protección animal prohibiendo Oliver Cromwell, durante su gobierno, las peleas de gallos, perros o toros.

    Con la Ilustración del siglo XVIII, se incrementaron las disposiciones legales en defensa de los animales, Jeremy Bentham, (1748-1832) padre del utilitarismo, consideró que la carencia de derechos de los animales contradecía la exigencia de velar por todos los seres dotados de sensibilidad. Lewis Gompertz fue el primer activista moderno y fundador en 1824 de la Londres Society for the Prevention of Cruelty to Animals (RSPCA), al mismo tiempo que Henry Bergh en 1866 creaba en Nueva York the American Society for the Prevention of Cruelty to Animals.

    En el siglo XIX se multiplicaron las asociaciones que tenían como finalidad el bienestar animal, así en 1847 se creó The Vegetarian Society Portmouth, de la que Gandhi fue miembro, o The Humanitarian League de Henry Salt, reformista social, antiviviseccionista, vegetariano y contrario a la caza. Vemos como a través de los siglos la sociedad ha evolucionado y ha tomado conciencia de los derechos de los animales, unido en nuestros días con la irrupción de los Derechos Fundamentales, al movimiento de liberación animal y al movimiento ecologista.

    En sentido contrario nos podemos encontrar opiniones de pensadores ilustres como las de Descartes, que consideraba a los animales como simples máquinas, concepto el de “animal-máquina” que ha sido determinante para la filosofía posterior en Kant, Heidegger, Lévinas o Lacan y que ha recibido duras críticas del posestructuralista y posmoderno filósofo francés Jacques Derrida, por arrebatar la posibilidad al animal de ser reconocido como "otro"Kant parte de la consideración del hombre como un fin en sí mismo, legislador universal del reino de los fines, aptitud que solo puede ser reconocida a las personas como únicas con poder de coacción, de obligar; la coacción moral solo se puede imponer por un sujeto a otro en tanto que ambos son personas. Derrida, por su parte, considera la obligación de conceder derechos a los animales aunque estos no puedan detentar deberes y proclama otras formas de violencia que se ejerce sobre ellos, incluso por parte de quienes en nombre de “los Derechos de los animales” manifiestan consignas a favor de estos que no son sino otras formas de dominio y que incluye la antropomorfización, y la reducción de la animalidad a modos de ser distintos a su ser sustancial, dislate observado incluso en ciencias como la etología, zoología, ética animal, en lo que Derrida ha llamado “el fin del animal”.

    Peter Singer declaró que no se podía experimentar el dolor ajeno, tanto si el “otro” es nuestro mejor amigo, como si el “otro” es un perro callejero, y lo hacía para apoyar el pensamiento de Bentham cuando éste actuaba culpando a la tiranía humana, que la falta de derechos no alcanzara al resto de la creación animal, por cuanto solo había una cosa que podría trazar la línea divisoria entre lo humano y lo animal, la facultad de la razón, para terminar preguntándose si un caballo o un perro adulto no eran más racionales, y también más sociables, que una criatura humana de un día, una semana o incluso un mes. Como decían M. Horkheimer y T. Adorno: “En la guerra y en la paz, en la arena o en el matadero, desde la lenta muerte del elefante, vencido por las hordas humanas primitivas gracias a la primera planificación, hasta la actual explotación sistemática del mundo animal, las criaturas irracionales han experimentado siempre lo que es la razón”.

    La filósofa francesa Corine Pelluchon insta a poner fin a este trato degradante e integrar a los animales como sujetos en nuestra comunidad moral, en el marco de una nueva zoopolítica global y afirma, siguiendo a Derrida, que no son los espectáculos crueles en los que son expuestos y hasta sacrificados, ni el consumo de carne lo que los hace vulnerables, sino su eliminación como alteridad, como el “otro” del ser humano por la pérdida de sensibilidad de los hombres hacia su sufrimiento y por la sensiblería que alimenta la sobre protección de los animales como es el caso de los domésticos. Al reconocerse a los animales como seres sintientes, se retoma el postulado kantiano de los deberes hacia los animales como un deber del hombre para consigo mismo.

    La española Adela Cortina matiza la anterior posición sosteniendo que, aunque los animales tienen un valor interno y tenemos obligaciones hacia ellos, carecen de dignidad por faltarles la autoconciencia y la autoestima, con lo que no se puede considerar tengan derechos. A esto cabe decir que no le falta parte de razón a su posición, pero sin dejar muy claro cuáles son esos valores de los que habla, su propósito es sostener un diálogo con posiciones diferentes "que se oponen a la idea de que los seres humanos son los únicos que forman parte del núcleo duro de la ética" y la diferencia con Bentham y el utilitarismo parece radicar en el uso de la palabra “derecho”. Para nuestra filósofa, esta palabra connota derechos naturales previos al pensamiento moral, o anteriores a la formación de la comunidad moral, porque si no contamos con un concepto de naturaleza humana anterior al pensamiento moral, es imposible demandar a los legisladores que conformen las leyes a una perspectiva moral, postura que podemos considerar fundacionista. Los utilitaristas responderán que, si no insistimos en los derechos naturales, o derechos humanos anteriores a los dados por la sociedad, nos quedamos "inermes ante la voluntad de los legisladores y no tenemos ninguna base firme para exigir que se legisle en un sentido u otro, si no es por la pura presión social, que nunca puede ser un criterio de legitimidad”.

    En cualquier caso, atribuyendo valores inherentes, o derechos a los animales, la existencia de los argumentos para protegerlos es indiferente por no ser necesario atribuir o impartir derechos, ni dignidad, para afirmar de los animales que tienen valor, y si a lo largo de la historia los seres humanos siempre hemos utilizado a los animales para nuestras necesidades y diversiones sin preocuparnos de su sufrimiento o bienestar, solo podemos afirmar que únicamente desde las necesidades biológicas humanas se puede alterar el principio ético del bienestar animal que debe consagrar la legislación, el resto de necesidades desde su legitimidad, deben sucumbir ante el peso de los valores que acompañan a todos los seres vivos. Ni el deporte, ni la tradición, ni el divertimento, ni tan siquiera la supuesta culturalidad, pueden traspasar la frontera del respeto que se debe a quienes comparten con el ser humano esta morada común donde vivimos.


 

Isaías 66,3: “Quien inmola a un toro es como quien mata a un hombre; quien sacrifica a una oveja es como si estrangula a un perro; quien presenta víctimas para alimento es como el que ofrece sangre de cerdo”

LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA, ¿SUMA O LASTRA?

                Estas reflexiones políticas que propongo, ajenas a la inteligencia artificial y próximas a la natural, ya sean del interés c...